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Pedagogía para la Paz

 

A pesar de la vicisitudes del proceso de paz, incluyendo el incidente del general Alzate, donde sus enemigos vociferaban para romper las negociaciones, y le correspondió al Gobierno suspenderlas, sin duda alguna que al reanudarlas lo fortalece, tanto así, que ahora están sentadas las partes para reimpulsarlo, acelerarlo y desescalar el conflicto, haciendo llevadero este proceso, cuyos avances, nunca antes visto, es indiscutible, con logros que muestran que fue bien orientado, con agenda definida, comisión negociadora del Gobierno cuya idoneidad a toda prueba y la de la contraparte representativa del grupo guerrillero, donde hoy por hoy podemos afirmar que el proceso de paz no tiene reversa, y antes de la Nochebuena del año entrante podría estar firmado el acuerdo.

Pero se requiere un ingrediente previo para lo cual el Gobierno y la dirigencia de este país tienen que diseñar una pedagogía para la paz, porque tenemos un problema grave por resolver, máxime cuando el proceso de reconciliación no está empoderado en nuestra sociedad, la cual está acostumbrada a vivir en la incertidumbre, zozobra de tantos años de violencia, pareciendo que esas condiciones fueran normales, y por eso la opinión pública no valora lo suficiente el bien superior que representa la paz, nos habituamos a vivir así, y eso hace que en muchas ocasiones la sociedad vea la negociación de paz como si fuera algo exógeno, ajena a ella.

Para que el presidente Santos pueda firmar el acuerdo requiere un respaldo grande, porque se trata de un acto trascendente, y mayor respaldo aún requiere cuando haya que refrendarlo en las urnas mediante un mecanismo de participación ciudadana y democrática.

Para lograr lo anterior con éxito, es menester una estrategia que conlleve una pedagogía para que los colombianos entendamos las ventajas comparativas de superar la violencia. Si implementamos la pedagogía por la paz y concientizamos la sociedad para que lidere y defienda el proceso podríamos avanzar a un estadio superior donde se respeten los derechos humanos y la vida sea sagrada, con un entorno favorable para desarrollar nuestro inmenso potencial económico, seriamos una potencia mundial.

Es más fácil hacer la guerra que la paz. Y el Papa Francisco ha dicho que capitanear la Paz es de valientes.

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